domingo, 14 de diciembre de 2014

Dao de Jing - capitulo 1-












El hombre de verdadera virtud, no tiene conciencia de su virtud,
y por ello precisamente la posee.
El hombre esclavo de la carne se aferra a la virtud,
y por ello precisamente carece de ella.
El hombre de verdadera virtud no mira sus propios actos,
ni hay premeditación alguna en ellos.
Quien posee la rectitud verdadera actúa,
pero no premedita el fin que ha de alcanzar.
Quien posee la rectitud verdadera actúa,
y conoce el fruto de sus obras.
Quien se conforma a los ritos y dogmas actúa premeditadamente,
y cuando alguien no corresponde a sus ideas y sus fines,
extiende sus brazos y le obliga a someterse.
De modo que tras la pérdida del Camino aparece la conciencia de la virtud,
tras la pérdida de la virtud aparece la bondad,
tras la pérdida de la bondad aparece la rectitud,
tras la pérdida de la rectitud aparecen los ritos y los dogmas.
Los ritos y dogmas suponen, pues, un debilitamiento de la lealtad y la confianza,
y son el principio del desorden.
Los conocimientos son la superficie del Camino,
y el principio de la necedad.
Por eso el hijo de Dios se mantiene en el fondo
y no en la superficie,
se mantiene en el centro y no en el extremo.
De manera que rehúsa lo uno y adopta lo otro.

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